Historia de la mujer que consiguió aprender a pedalear con las manos

De cómo Kateřina superó a los hombres y Zdeněk encontró una nueva esposa

El 12 de agosto de 2012, Kateřina Antošová estaba en su jardín, subida a una escalera recogiendo peras cuando una rama se rompió y cayó desde 4 metros.

Tenía 47 años, estaba felizmente casada, con tres hijos, le encantaban los deportes y era una buena profesional. Hoy sigue siendo la misma a pesar de lo mucho que su vida cambió en pocos segundos aquel día de agosto: una rama se rompió, y ella cayó desde cuatro metros de altura y se dañó la columna. Desde entonces, está paralizada de cintura hacia abajo.

Nos encontramos con Kateřina cinco años después en Colonia, en un camping junto al Rin, donde realiza una parada técnica entre dos campeonatos mundiales en Italia y Bélgica. En este tiempo, Kateřina no solo se ha convertido en bloguera, autora de libros y experta en sillas de ruedas, sino que, además, es una atleta de élite, con su bicicleta reclinada con pedales manuales, la llamada handbike. 

La veo desde lejos con su llamativa sudadera de color amarillo. Conduce la silla de ruedas con una elegancia natural. Su apretón de manos es enérgico y su sonrisa dibuja un halo alrededor de su mirada. Incluso sus zapatos destilan buen humor: una creación roja y blanca, hasta el tobillo, mitad bota de jinete, mitad zapato de vestir. 

«Antes me aseguraba de que los zapatos fueran lo más cómodos posible. Pero ahora puedo llevar los que me dé la gana», comenta con ironía.

Aun a riesgo de hacerle una pregunta a la que ha contestado infinidad de veces, tengo que preguntarle: ¿Cuál es su secreto? ¿De dónde saca sus ganas de vivir? ¿Tiene algún truco? Kateřina se ríe y mueve la cabeza. «No hay trucos», dice. «Simplemente, soy una mujer encantada con su vida y que intenta sacarle el máximo partido posible.» Fue esta mentalidad lo que la llevó a los Paralímpicos de Río. 

«Siempre me ha gustado la velocidad. Creo que necesito esa dosis de adrenalina»
 

¿Cómo ha llegado hasta aquí? «Siempre me ha gustado la velocidad. Creo que necesito esa dosis de adrenalina. Lo que más me estresaba después de mi accidente era la idea de que en una silla de ruedas tendría que moverme a la velocidad de un caracol. Me volvía loca solo de pensarlo.» 

Su marido, Zdeněk, ingeniero mecánico y entusiasta de las carreras de bicicletas, la animó a comprar su primera bicicleta manual de segunda mano en una subasta, cuando todavía estaba en la cama del hospital. «Pensé que estaría bien salir en bicicleta con ella a mi lado», dice Zdeněk. «No tenía previsto que corriera más que yo tan rápido. Pero al cabo de poco superó también a los 29 ciclistas manuales de la República Checa. Todos hombres, fíjate. Por lo menos eso calmó un poco mi ego destrozado», y dirige un guiño a Kateřina.

Doy por sentado que Kateřina tardó un tiempo en acostumbrarse al hecho de que nunca volvería a sentir nada del ombligo hacia abajo. Pero parece que también en esto me equivoco. 

«En realidad, me ayudó el hecho de que no hubiera esperanzas»
 

«Suelo ser siempre bastante racional, y acepté mi situación ya desde el principio. En realidad, me ayudó el hecho de que no hubiera esperanzas. A menudo la esperanza es lo peor que puede ocurrir porque entonces te inquietas, tienes miedo y te aferras a cualquier cosa desesperadamente. Te destroza los nervios.» Lo ve en los demás, pero dice que ella no pasó por esto. 

Las preguntas como: «¿Por qué me ha ocurrido precisamente a mí? ¿Fue un castigo? ¿Una coincidencia? ¿El destino?» nunca se las ha planteado. «Siempre ha sido una entusiasta inquebrantable», menciona Zdeněk. «Incluso creo que aprecio la vida aún más después del accidente», dice Kateřina. «He recibido mucha ayuda y apoyo de otras personas. Me gustaría poder devolverles algo.» Por eso empezó a escribir su blog, a partir del cual más tarde se publicó su libro Paradiary - A diary of a wheelchair athlete (Paradiario: el diario de una atleta en silla de ruedas).

«Poco después de mi accidente, habría necesitado a alguien que me dijera "sé que vas a salir de esta. Yo también hace años que voy en silla de ruedas y ahora mi vida es genial. Sé valiente y no te rindas." En mi blog escribo sobre los sentimientos y cómo puedo superar cualquier cosa, pero también sobre las dificultades del día a día.»
Desde las puertas que son demasiado estrechas y los escalones insuperables hasta temas más íntimos como el de no poder expulsar los excrementos. «Incluso la incontinencia es un problema para los parapléjicos, y creo que es importante intercambiar esta información. Escribo sobre los productos de B. Braun con la máxima convicción. Son un gran alivio en mi vida y quiero que lo sean también para los demás.»

¿Y de dónde saca Kateřina la energía para hacer deporte y, además, dedicarse a otras personas que se encuentran en su situación, a la familia, y, por último, aunque no por ello menos importante, a su trabajo como interventora en un banco, al que volvió seis meses después del accidente? «Lo que me da más fuerza son las personas de mi vida, sobre todo mi marido. No solo es mi entrenador y preparador, mi ingeniero personal y mi compañero de viaje, sino también la persona que más me motiva y mi mejor amigo.»

Su relación alcanzó un nuevo nivel de calidad después del accidente, explica Kateřina. «Justo después de nuestras bodas de plata, él encontró lo que probablemente muchos maridos desean en ese momento de la vida: una nueva esposa.» Los dos se miran un momento, y rompen a reír a carcajadas. 

Y ahora lo comprendo. El truco de Kateřina es que no hay trucos. Todo se basa en la actitud. Como ella misma ha dicho: es una mujer que está encantada con su vida e intenta sacar el máximo partido de ella. Y seguramente ese es su secreto.

Por Christin Bernhardt

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